Aprendiendo a Comer

Yo aprendí a comer después de cumplir 25 años. Antes de eso, pensaba que todo lo que sabía rico y me saciaba el hambre era comida. Creo que comer es uno de los mayores placeres humanos. De hecho, cuando pequeña, yo decía que mi parte favorita del día escolar era la hora del almuerzo. 

Desde pequeña me celebraban el buen diente, sin embargo, batallé con mantener un peso saludable para mi cuerpo la mayor parte de mi infancia. Los deportes me ayudaron a mantener un balance, pero las consecuencias de la mala alimentación se fueron asomando temprano. Antes de cumplir 20 años mi vesícula comenzó a fallar y pocos años después me la removí.

Lamentablemente, muchas personas en Puerto Rico no sabemos comer de forma saludable. Por esto es que muchos tenemos por lo menos a un familiar con diabetes, alta presión o cáncer. Más del 50% de adultos en Puerto Rico sufren de enfermedades crónicas relacionadas a la alimentación y nutrición. Mi dieta, como la de muchas personas puertorriqueñas consistía de: comida rápida/chatarra, fritanga, carne en cada comida del día, arroz con habichuelas, pasta/pizza, jugo/soda, meriendas de pepitas y galletas, etc. Esta “dieta puertorriqueña” en realidad no es nuestra, es una dieta impuesta por las grandes empresas que importan alimentos a nuestro archipiélago. Mientras estas empresas se lucran de la “comida” que nos venden, también nos matan. Nuestra dieta boricua originalmente consistía de alimentos locales como la yuca, malanga, yautía, ñame, pana, piña, remolacha, coles, berro, acelga, gandules, habichuelas, calabaza, arroz, y muchos otros frutos más que venían directamente de nuestra tierra y nuestras costas.

Esta relación personal y colectiva que tenemos las personas puertorriqueñas con la comida es lo que me inspiró a servir como agricultora, creando más oportunidades para nuestro bienestar colectivo mediante nuestra conexión con la tierra. En mi proceso de formación como productora de alimentos, aprendí que lo que comemos no sólo nos está matando, sino que también está destruyendo el ambiente. La carne (incluyendo el pollo) y los alimentos altamente procesados que predominan en nuestra dieta provienen de la agricultura industrial química, la cual es responsable por el 50% de los gases de invernadero que a su vez aceleran el calentamiento global. Este tipo de agricultura convencional requiere mucha deforestación y produce mucha contaminación en la producción, empaque y transporte de los productos. Todo esto suena devastador y fuera de mi control, pero aprendí que sí hay algo que todes podemos hacer para crear un cambio.

Estudios científicos acerca del cambio climático concuerdan cada vaz en que, si cada persona adopta una dieta más natural, local, y basada en plantas, el cambio en la demanda cambiaría radicalmente la industria de alimentos y disminuiría significativamente el daño ambiental

Luego de esta realización, decidí hacer ajustes en mi alimentación y descubrí algo que me alarmó y por la cual sentí culpa.Después de tantos años de malos hábitos alimenticios, había desarrollado adicciones a ciertas comidas incluyendo hamburguesas y nuggets de pollo, alimentos procesados como galletas, cereales, jugos y dulces. ¡No lograba dejarlos por más que intentaba! Muchas personas, si no la mayoría de boricuas, tenemos esta situación.

Algo que me ayudó mucho a sobrepasar este reto fue llegar a Plenitud PR. Dios me puso en el camino a muchas personas sabias y humildes con distintas dietas incluyendo vegetarianas (no comen carne), veganas (no comen carne ni otros productos animales como queso y huevo) y breganas (flexitarian - alimentación flexible), quienes en vez de juzgarme, simplemente me enseñaron nuevos patrones de alimentación y recetas para integrar a mi dieta. Con el tiempo, me empezó a gustar más este nuevo estilo de alimentación y poco a poco fuí eliminando lo dañino de mi dieta.

Toda persona que ha pasado por Plenitud PR a la hora del almuerzo sabe que la comida fresca de la finca a la mesa y hecha con mucho amor te puede cambiar la vida.

 

Poco a poco aprendí que la comida es mi medicina.

Aprendí a escuchar mi cuerpo y lo que verdaderamente necesita. Aún sigo en mi proceso de aprender qué alimentos son mejor para mí y conociendo nuevas recetas, pero hoy día ya puedo decir que mi dieta está basada en plantas, y además, ¡viene de la cosecha semanal de nuestra finca!

En Plenitud PR no sólo sembramos para dar acceso a alimentos frescos y sin químicos a la comunidad, sino que además tenemos un enfoque de compartir recetas para que juntes podamos aprender cómo alimentarnos con lo que la tierra nos provee. 

Agradezco a todas las personas que semanalmente nos compran productos a nosotros y a otros agricultores locales, pues no sólo están aportando grandemente a su propia salud, sino que también están aportando al bienestar de la naturaleza y Puerto Rico en general. ¡Mientras la demanda por los productos agroecológicos siga aumentando, seguirán multiplicándose los agricultores que los producen y así podremos alcanzar nuestra soberanía alimentaria!

Si eres del oeste de Puerto Rico y quieres comenzar a transformar tu alimentación, ordena tu cosecha agroecológica aquí!


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