El poder transformador de la compasión

Las últimas dos semanas se han sentido como un torbellino de servicio ininterrumpido que me ha dejado agotado, frustrado a veces y, sin embargo, optimista y agradecido todo a la vez. El domingo pasado, el agotamiento finalmente alcanzó a nuestro equipo: tres días llenos preparando nuestra finca escuela para el impacto del Huracán Fiona, seguidos de una semana completa de 12 a 15 horas de trabajo diario respondiendo a las necesidades de la comunidad. La brisa y el aire fresco nos abandonaron un par de días antes del huracán, reemplazados por el calor intenso y los altos niveles de humedad, típicos de esta época del año, agregando una capa adicional de desafío a nuestro trabajo de servicios de emergencia. Durante los últimos días, finalmente nos hemos podido organizar en turnos rotativos, lo que brinda a las personas la oportunidad de tomarse unas horas libres para descansar, lavar su ropa y llamar a sus familiares, mientras que al mismo tiempo continuamos con nuestro compromiso de ofrecer comidas diarias y mantener nuestro centro comunitario, La Cancha Sana, abierto al público para servicios básicos durante este momento crítico. Esta segunda semana, hemos podido encontrar un ritmo más sostenible para nuestro equipo, y a la vez enfocado y acelerado de manera que responde adecuadamente a la urgencia de la situación.

Afortunadamente, el impacto del huracán Fiona no fue tan severo en Las Marías como lo fue en algunas de las regiones costeras de Puerto Rico, que sufrieron graves inundaciones. Sin embargo, quedarse sin servicios públicos esenciales (incluyendo el agua y la electricidad) ha tenido un gran impacto en todos, especialmente en los miembros más vulnerables de nuestra comunidad, como las personas mayores que viven solas y las familias con niños pequeños. He sido testigo de lo difícil que ha sido esta experiencia para ellos y definitivamente puedo decirte que todavía existe una necesidad muy real y urgente de apoyo y acompañamiento diaria.

Abraham, un Abu en el programa Amo mis Abus

Por ejemplo, imagina las circunstancias actuales de Abraham, uno de nuestros “Abus” que está en nuestro programa de entrega de comidas. Él tiene más de 80 años y tiene movilidad física limitada, vive solo y no tiene agua ni electricidad desde que el huracán Fiona azotó a Puerto Rico hace dos semanas. Toda la comida en su nevera se ha echado a perder debido al corte de energía, lo que limita su acceso a alimentos y lo hace dependiente de productos enlatados y no perecederos. Se mueve con mucha precaución por la oscuridad de la noche ya que solo cuenta con la iluminación de unas pocas lámparas solares y experimenta un mayor riesgo de caerse o tener un accidente mientras va al baño o intenta prepararse una comida. Abraham ya no tiene la fuerza física para prender un generador, por lo cual ésta ya no es opción para él. No tiene agua y el hedor de la orina y las heces sigue acumulándose porque no ha podido bajar el inodoro en 2 días. La falta de acceso al agua hace que su entorno sea antihigiénico y aumenta el riesgo de enfermarse.

Son necesidades emergentes como ésta las que motivan a nuestro equipo a seguir adelante y servir con un sentido de urgencia al entrar en nuestra tercera semana de servicio de emergencia.

Nos hemos comprometido a preparar comidas frescas todos los días hasta que el agua y la electricidad regresen a Las Marías, lo cual podrá demorarse entre 1 y 3 semanas más. Estas comidas se preparan con amor y con ingredientes de buena calidad. Se entregan diariamente a más de 50 personas mayores en nuestra comunidad y también están disponibles en La Cancha Sana para cualquier persona que lo necesite, así impactando a 125-150 personas diariamente. Saber que pueden contar con un plato caliente de comida todos los días proporciona un nivel de estabilidad y comodidad para las personas que enfrentan circunstancias tan desafiantes. Además, nuestra líderes del programa de Amo Mis Abus, Migdalia, está liderando grupos de voluntarios para brindar apoyo adicional a nuestros “Abus”, descartando alimentos en mal estado, limpiando refrigeradores, descargando inodoros, limpiando baños y lavando la ropa. Ha sido increíble ver la voluntad de nuestro equipo y de tantos voluntarios que se han lanzado sin miedo para ayudar con este servicio en circunstancias tan difíciles.

También continuamos trabajando para aliviar la actual crisis de agua, ofreciendo agua de lluvia purificada en La Cancha Sana e instalando cisternas de recolección de agua de lluvia en los hogares a través de la comunidad. Ha sido profundamente satisfactorio ver cómo se llenan las cisternas después de una lluvia por la tarde y ver la diferencia que hace tener acceso a una fuente de agua renovable que se puede usar para limpiar, descargar inodoros, lavar platos y ropa, y ducharse. Luego de filtrar el agua de lluvia con uno de los filtros que estamos distribuyendo (trabajan por gravedad y son de baja tecnología), estas familias pueden incluso utilizar esta agua para cocinar y beber. Hace poco pasé a revisar una cisterna que instalamos en la casa de uno de nuestros Abus, Justino. Él es un hombre de 81 años impresionantemente ágil y de mente clara, con una actitud positiva y agradecida, a pesar del debilitante dolor crónico en el cuello debido a una lesión en la columna que nunca se trató adecuadamente. Estaba sentado en el balcón con dos vecinos y todos se levantaron rápidamente para inspeccionar la cisterna conmigo, apreciando la profesionalidad del trabajo y disfrutando del chorro de agua en el balde.

Nos ha inspirado mucho el trabajo de los voluntarios y las organizaciones sin fines de lucro, dirigidas por la comunidad a través de todo Puerto Rico, que han asumido la carga de hacer lo necesario para ayudar a los más vulnerables durante esta crisis. También estamos sumamente agradecidos por el apoyo de tantas personas que se han presentado para unirse a nosotros en este trabajo, ya sea participando en nuestros grupos de trabajo y/o donando fondos y materiales para permitirnos mantener y expandir aún más nuestro alcance. Gracias por confiar en nosotros y por su deseo de servir junto a nosotros. Estoy más convencido que nunca de que la resiliencia es mucho más que tecnologías sostenibles y producción local de alimentos.

Resiliencia es una comunidad de personas que buscan de manera proactiva formas de apoyarse mutuamente; una cultura de servicio e intereses compartidos.

Tenemos mucho trabajo por hacer para apoyar a Puerto Rico en este momento de necesidad y también estamos comprometidos con el trabajo a largo plazo que se requiere para construir comunidades fuertes y unidas que tengan los recursos y las conexiones sociales que nos sólo les permitan sobrevivir, sino genuinamente prosperar. Es importante ser realista acerca de los desafíos que enfrentamos juntos: una confluencia de múltiples problemas ambientales, políticos, económicos y sociales que sólo se ven exacerbados por un evento como el huracán Fiona. Pero también creo firmemente que es igual de importante reconocer el poder transformador de la compasión, especialmente cuando se expresa de manera organizada y unificada, tocando una vida, una familia y una comunidad a la vez.

Fotos por Kathia Lugo Photography, AG Artists PR, y el equipo de Plenitud PR


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